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Calibración: guía práctica paso a paso

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¿Te ha pasado que dos jefes califican de forma distinta a trabajadores con resultados muy similares?

 

No es casualidad: las evaluaciones de desempeño viven y respiran sesgos humanos.

 

Y aunque la tecnología ayuda, la calibración sigue siendo el antídoto más inmediato para reducir disparidades, ordenar criterios y llegar a acuerdos que la organización sí pueda defender.

En esta guía vas a encontrar un método claro —y pragmático— para preparar y ejecutar reuniones de calibración que realmente funcionen: sin “listas perfectas” alejadas de la realidad, sin rodeos teóricos, con ejemplos que nacen de entrevistas a empresas reales y con lo mejor de las prácticas internacionales. La promesa es simple: menos arbitrariedad, más justicia, mejores decisiones.

¿Prefieres verlo, escucharlo o ver la presentación?

Te dejo las tres opciones más abajo 👇

Qué entendemos por “calibración” (y por qué no es otra reunión más)

La calibración del desempeño es el proceso en el que líderes y RR. HH. revisan y ajustan calificaciones para estandarizar criterios entre áreas y gerencias. La meta no es uniformar puntajes, sino asegurar que una misma etiqueta signifique lo mismo sin importar quién la asigne. Diversos referentes coinciden en la definición: calibrar es revisar, comparar y nivelar para que las evaluaciones sean consistentes y comparables entre equipos y funciones, reduciendo el efecto del “jefe más blando” o “más duro” y la dispersión de criterios entre áreas.

 

Un hecho clave a considerar es que la calibración ocurre después de que los jefes completan sus evaluaciones y antes de comunicarlas a los trabajadores. Su razón de ser es limitar sesgos y, sobre todo, hacer defendibles las decisiones posteriores (promociones, planes de desarrollo, ajustes de compensación).

Un dato para entender el contexto: distintos estudios muestran que cerca de dos tercios de los trabajadores consideran que los procesos de evaluación no mejoran su desempeño e incluso los perciben como “una pérdida de tiempo” (fuente: https://www.betterworks.com/magazine/reimagine-performance-management-to-make-work-better).

 

¿Por qué?

Porque no confían en la justicia del proceso.

 

La calibración, bien hecha, es una forma concreta de recuperar credibilidad.

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Lo que muestran los datos del benchmark: ¿calibración en grupos o individual?

En la mayoría de los casos observados, el flujo parte abajo–arriba: el jefe directo evalúa, el jefe del jefe valida o rechaza como primer filtro, y luego se pasa a mesas de calibración donde se ajustan notas con los jefes involucrados antes del feedback final. Esas mesas se activan con datos a la vista y pueden gatillar ajustes puntuales por incongruencias (p. ej., KPIs bajos con competencias muy altas). Tras cerrar, la nota queda definitiva y se envía a Compensaciones cuando hay bono.

 

En organizaciones con mucha dotación o con variable asociada, se usa un esquema mixto: para la población con bono, la calibración la realizan Gerencia de Compensaciones con cada VP de Personas o responsables de negocio; para quienes no tienen bono, la revisión es más acotada y se focaliza en extremos por volumen (no uno a uno).

También aparece la calibración individual escalonada (el “jefe del jefe” revisa el tramo inmediato inferior) y la calibración en comité desde Personas (“buenas prácticas”) cuando los datos alertan anomalías; la detección se apoya en curvas de distribución por gerencias/áreas.

 

Nota de diseño del ciclo: el potencial se calibra en ventana separada (abril–mayo), para no mezclarlo con desempeño (febrero) y reservar ese segundo espacio a nine-box y sucesión.

Modalidades observadas

Modalidad 1

Calibración individual (escalonada 1:1)​

Jefe directo evalúa y el jefe superior valida/ajusta sobre todo su tramo (un nivel hacia abajo).

Pros

  • agilidad

  • conserva contexto cercano del equipo

  • permite correcciones finas antes de “abrir” la discusión.

Contras

  • menor comparabilidad transversal

  • riesgo de mantener sesgos locales si no se contrasta con curva/pares

  • escalabilidad limitada en dotaciones grandes.

Modalidad 2

Calibración en grupo (mesas/comité)

RR. HH. convoca mesas por gerencia/negocio; se contrastan curvas y outliers, se discuten extremos y casos límite y se documentan ajustes con responsables.

Pros

  • mayor comparabilidad entre áreas

  • detección de manos muy duras/blandas

  • decisiones más defendibles al quedar rastro y criterios compartidos.

Contras

  • costo de tiempo y coordinación

  • puede tensarse si no hay reglas claras

  • en dotaciones masivas tiende a focalizar en extremos para ser viable.

Modalidad 2.A

Calibración en grupo Abajo–arriba (bottom-up):

Jefe evalúa → jefe del jefe valida → mesa de calibración por gerencia → cierre y comunicación → Compensaciones si corresponde bono.

Pros

Mantiene contexto operativo en la mesa, y los ajustes llegan con argumentos; reduce sorpresas en cierre.

 

Contras

Si falta contraste macro (curvas/benchmark interno), pueden sobrevivir sesgos de área. De ahí la importancia de entrar con distribuciones y “anomalías” detectadas.

Modalidad 2.B

Calibración en grupo Arriba–abajo (top down):

Compensaciones/VP Personas revisan carteras y extremos con responsables; se alinean criterios y se devuelven ajustes al negocio.

Pros

Mayor homogeneidad y control de equidad presupuestaria; foco eficiente en casuísticas críticas.

 

Contras

Puede perder matices del contexto del equipo; para población sin bono, por volumen, la revisión no es uno a uno y se priorizan extremos, dejando “masa media” al criterio local.

  • Si tu dotación es media/baja, privilegia bottom-up con mesas que miren curvas y outliers; eleva la comparabilidad sin perder contexto.
     

  • Si gestionas masividad o bonos, combina: top-down para asegurar equidad y extremos, y bottom-up para el cierre fino con los jefes.

     

En conjunto, estas variantes —individual escalonada, mesas/grupos y direccionalidad según contexto— son las que el benchmark muestra como más efectivas para una calibración realista y defendible.

Descargable Guía para identificar y prevenir sesgos cognitivos en evaluaciones de desempeño (1).png

5 Principios rectores: cómo se ve una calibración “justa” (y defendible)

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Antes de bajar la pelota al piso (perdón por el término futbolístico), ordenemos los principios que sostienen una buena calibración manual:

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1) Coherencia horizontal y vertical
Horizontal: dos trabajadores en roles comparables deben recibir criterios y exigencias comparables, estén en Finanzas o en Retail.
Vertical: la expectativa cambia con el nivel del rol; por eso la validación con el “jefe del jefe” suele detectar desalineaciones y matices que un equipo directo no ve. Este tipo de validación, como se practica en empresas reales, ayuda a corregir sesgos sin imponer “curvas forzadas”.

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2) Evidencia por sobre percepciones
Calificar “porque lo siento” no resiste calibración. El estándar es evidencia: entregables, indicadores, ejemplos concretos, retroalimentación de pares y clientes. Esto no solo reduce sesgos; también eleva la calidad de la conversación en la reunión. 

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3) Mirada longitudinal
No te quedes con la foto: compara tendencias y variaciones. Personas que saltan varias categorías en un ciclo ameritan una doble verificación; evita premiar “peaks” coyunturales o penalizar caídas explicadas por contexto. Esta lectura longitudinal es práctica común en equipos que revisan curvas, outliers y cambios de categoría.

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4) Sesgos a la vista (y por su nombre)
Hablar de sesgos no es ofensivo, es profesional. Hay evidencia amplia sobre sesgo de indulgencia/severidad, recencia, halo/horno y su impacto en la inequidad de calificaciones y decisiones de carrera. Ponerlos sobre la mesa —y mostrar datos que los delaten— reduce fricciones personales y ordena criterios. 

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5) Separar conversaciones
Mezclar desempeño y potencial en la misma sesión confunde objetivos. Separar las ventanas —como hacen organizaciones que calibran desempeño en un mes y potencial en otro— mejora la calidad de ambas discusiones y facilita decisiones de sucesión y desarrollo.

Calibración del Desempeño: cómo lograr evaluaciones mas justas

Exploramos como una buena calibración puede transformar la justicia y la credibilidad de las evaluaciones del desempeño.

Calibración del Desempeño: cómo lograr evaluaciones mas justasTRAKER
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Preparación: llegar a la reunión “con la tarea hecha”

En la calibración, todo empieza antes de la reunión. Si en la sala llega a discutirse “qué se quiso decir con este objetivo”, ya empezaste tarde. La preparación ordena a la organización, baja tensiones y vuelve productivas las horas de conversación.

Alinea el marco de evaluación

No hay calibración posible sin estándares explícitos. Aclarar criterios, escalas y expectativas por nivel evita que cada jefe “invente” su propia vara.

 

Es conveniente reforzar definiciones conductuales, de modo que “cumple” o “supera” signifiquen lo mismo entre áreas. La práctica de “validar con el jefe del jefe” aparece justamente cuando faltó ese alineamiento ex ante.

Reúne datos que de verdad expliquen el desempeño

Las mejores sesiones incorporan la historia completa: metas y KPIs, evidencias de logro, ejemplos conductuales, feedback 360º cuando exista, y registro de conversaciones de seguimiento.

 

Llevar esos insumos a un tablero comparativo —por ejemplo, una curva de distribución general y por área— facilita detectar manos más duras o más blandas, outliers y saltos de categoría que merecen una conversación.

Separa las ventanas del ciclo

Si tu organización utiliza nine-box o define sucesión, no mezcles todo en una única sesión maratónica. Posponer potencial para otra fecha aclara objetivos y cuida el foco.

 

Esa separación, usada por equipos que calibran desempeño en un momento y potencial semanas después, evita contaminar la conversación de desempeño con proyecciones de carrera.

Considera el impacto de la compensación

Cuando hay bono, Compensaciones debe estar en la mesa o, al menos, en la validación final. No para “bajar notas”, sino para asegurar equidad en decisiones que tendrán efectos concretos en pagos y expectativas.

 

Empresas que lo hacen así han reducido apelaciones y han dado más transparencia al proceso.

5 pasos para las sesiones de calibración

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No existe una “coreografía universal” para calibrar. Sí hay una secuencia que ordena y reduce fricciones, respetando la cultura de cada organización.

1. Abrir la sesión: propósito y reglas del juego

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Comienza recordando el propósito (“lograr evaluaciones justas y consistentes que respalden decisiones de desarrollo, compensación y carrera”) y pacta reglas claras: confidencialidad, foco en hechos, respeto y derecho a disentir. Establecer esto no es burocracia: evita que la conversación se vuelva personal y que alguien sienta que “atacan a su equipo”. La literatura coincide en que sin ese marco, la reunión deriva en defensa de feudos, no en mejora de criterios.

2. Visualizar antes de opinar

Común denominador de las buenas prácticas: mostrar a todos la curva comparativa (compañía vs. área), los outliers y los cambios de categoría. Al hacerlo, la conversación se vuelve evidencia-centrada: no se trata de “quién habla más fuerte”, sino de qué dicen los datos del ciclo y de los ciclos previos.

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3. Tratar primero los extremos… y luego la masa

​Es natural iniciar por casos extremos: estrellas que podrían ser promovidas y desempeños bajos que requieren planes de mejora. Después, avanza hacia la gran mayoría (quienes “cumplen”), que es donde se gana consistencia fina: distinguir sólidos de justo en el borde y evitar que saltos coyunturales suban notas sin sustento.

4. Cuando aparece el desacuerdo (inevitable y sano)

Si un jefe sostiene una calificación que no calza con evidencias e incongruencias frente a pares, hay que bajar al caso, revisar ejemplos, mirar métricas, invitar a otras miradas. La clave es reiterar el objetivo: “no estamos corrigiendo personas, estamos corrigiendo criterios para que el proceso sea justo”. Esta práctica, que muchas empresas aprenden golpe a golpe, reduce la defensividad y permite ajustes maduros sin hacer “tabla rasa”. Las validaciones escalonadas con el jefe del jefe ayudan a cerrar disonancias sin imponer curvas artificiales.

​​

5. Documentar decisiones y razones

Las correcciones de calificación necesitan rastro: qué cambió, por qué y con qué evidencia. No es un capricho administrativo, es la defensa del proceso frente a apelaciones y, sobre todo, el insumo que alimenta el desarrollo: de nada sirve subir o bajar una nota si eso no se traduce en objetivos, acompañamiento y oportunidades.

Cómo reducir sesgos… de verdad (más allá del discurso)

La calibración es, en esencia, una estrategia antisesgos. Lo importante es ir más allá de slogans y aplicar acciones concretas.


Sesgo de indulgencia/severidad: distintos líderes tienden a evaluar con “mano más blanda o más dura”. Visualizar curvas por área y compararlas con la distribución de la compañía hace evidente quién se desmarca. La discusión de pares y la validación superior ayudan a recentrar la vara.

 

Sesgo halo/horno y recencia: la tentación de confundir “último gran logro” con desempeño sostenido, o “una falla reciente” con bajo rendimiento, es conocida. La prevención nace de mirar tendencia, no solo la foto del mes, y de traer evidencia que aterrice la percepción. La literatura advierte que herramientas como nine-box son útiles si se usan con criterios objetivos y no como atajo de impresión.


Ambigüedad de criterios: el antídoto es definir escalas claras y entrenar a quienes evalúan. Las fuentes recomiendan fijar comportamientos observables y usar múltiples insumos (objetivos, ejemplos, feedback 360º cuando exista) para amortiguar la variabilidad individual.

Descargable Guía para identificar y prevenir sesgos cognitivos en evaluaciones de desempeño (1).png

Nine-box y potencial: útiles, sí… pero en su lugar y con cautela

El nine-box sigue siendo útil para conversaciones de talento y sucesión; también ha sido criticado por su subjetividad si se usa sin cuidados.

 

¿El punto de equilibrio?

 

Separar el debate de desempeño del debate de potencial, hacer explícitos los criterios de potencial y evitar la costumbre o el habito automatico de pensar “alto desempeño = alto potencial”. La evidencia recomienda definir criterios observables de potencial (o por ejemplo que sea un constructo a partir de preguntas) y registrar la base de la decisión.


Y, como vimos, varias organizaciones calibran desempeño en una ventana y potencial en otra, conectando luego ambos insumos en decisiones de nine-box y sucesión.

Dudas frecuentes (y respuestas honestas)

“¿Y si un gerente no cede?”
No se trata de “ganar” una discusión. Se trata de poner evidencia y criterios en el centro. Si el dato contradice la calificación, se ajusta. Si la evidencia es ambigua, se agenda una revisión con información adicional. La validación jerárquica ayuda a cerrar sin imponer curvas forzadas.

“¿Hay que forzar una distribución?”
No es requisito. Lo razonable es mirar la curva y entender si un área quedó desbalanceada respecto del resto: puede ser señal de sesgo o de que ese equipo realmente tuvo un rendimiento diferencial. La calibración es el espacio para separar una cosa de la otra. Lo que sorprende muchísimo es que muchas empresas siguen el ejemplo de la curva normal sin entender por que.

“¿Nine-box sí o no?”
Sí, si se usa con criterios explícitos y en una sesión distinta a desempeño. El riesgo de sesgo existe; la forma de mitigarlo es hacer transparente qué entenderás por potencial y documentar decisiones. 

 


“¿Cómo conecto esto con el bono?”
Cuando hay variable, la calibración debe conversar con Compensaciones. No para “cuadrar el presupuesto” a costa de justicia, sino para alinear reglas y evitar sorpresas.

4 Señales de una buena calibración

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Cuando la calibración está bien diseñada y ejecutada, se nota:

 

  • Claridad: las explicaciones a trabajadores son más claras y menos defensivas.

  • Consistencia: RR. HH. ve menos apelaciones y menos dispersiones entre áreas.

  • Sostenibildad: las decisiones de desarrollo (promociones, movimientos laterales, sucesión) se sostienen mejor en el tiempo.

  • Confianza: la percepción de justicia sube, y con ella, la confianza en el sistema de desempeño. La evidencia internacional liga esta confianza con mayor compromiso y retención.

Plantilla de conversación: cómo suena, en la práctica

A modo de guión orientativo —no un checklist rígido—, así se escucha una calibración madura:

 

 

  • Apertura breve.
    “El objetivo es asegurar criterios comparables y decisiones defendibles. Cuidamos confidencialidad y foco en evidencia.”

  • Pantalla con la curva.
    “Veamos distribución del área vs. compañía, outliers y cambios de categoría.”

  • Casos extremos.
    “¿Qué evidencia sostiene estas notas muy altas? ¿Qué acciones de desarrollo siguen?”

  • Masa central.
    “En quienes cumplen: ¿qué distingue a los sólidos de los justos? ¿Dónde hay riesgo de sesgo de recencia?”

  • Cierres claros.
    “Registramos cambios, razones y próximos pasos. Si hay variable, validamos con Compensaciones.”

Errores comunes (y cómo evitarlos)

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Entrar a ciegas: Si los jefes llegan sin evidencias, la sesión se vuelve una discusión de opiniones.

Solución: pre-work con claras expectativas sobre insumos.

Confundir desempeño con potencial: mezclar ambos diluye el foco y abre debates sin fin.

Solución: separar ventanas y volver explícitos los criterios de potencial.

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Imponer curvas sin contexto: a veces las distribuciones no son idénticas entre áreas; forzar números puede ser injusto.

 

Solución: mirar la historia longitudinal y el contexto, y cuestionar extremos con evidencia.

Callar el sesgo: evitar la palabra “sesgo” no lo hace desaparecer.

 

Solución: nombrarlos (indulgencia, severidad, halo/horno, recencia), mostrar datos y entrenar a quienes evalúan. 

Cómo entrenar a líderes para que la calibración funcione

No hay calibración buena con líderes sin lenguaje común.

 

El entrenamiento debe ayudarles a:

  1. Escribir objetivos y evidenciasmostrables”. Si el objetivo es ambiguo, la conversación se atasca.

  2. Describir comportamientos, no impresiones. “Entrega X en plazo Y a calidad Z” pesa más que “trabaja mucho”.

  3. Reconocer sesgos típicos. Nadie está “vacunado”; la madurez es saber detectarlos cuando aparecen.

  4. Dialogar con pares sin tomárselo personal. Disentir es parte del trabajo; documentar acuerdos, también.

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¿Y la tecnología? El lugar correcto para cada herramienta

Esta guía es sobre calibración, pero vale aclarar el rol de las herramientas. Un tablero comparativo que muestre distribuciones, outliers y cambios de categoría acelera y mejora la calidad de la conversación. Plataformas como traker.ai que integran objetivos, evidencias y retroalimentación continua permiten que la reunión se enfoque en criterios y decisiones, no en “armar el insumo”.


Si estás buscando dar el salto hacia un proceso de desempeño más claro, medible y accionable, explora cómo una plataforma especializada como la nuestra (traker.ai) puede alinear metas, elevar la calidad del feedback y conectar brechas con planes de desarrollo.

Cierre: justicia que se puede explicar

Una calibración bien diseñada no es un ritual anual; es la bisagra entre evaluación y decisiones que cambian carreras.

 

Cuando la organización define el marco, prepara evidencias, conversa con criterio y documenta razones, ocurren tres cosas:

 

1. Baja la arbitrariedad. La nota deja de ser “del jefe” y pasa a ser de la organización.


2. Sube la confianza. Las personas entienden por qué reciben cierta calificación y qué viene después.


3. Mejoran las decisiones. Promociones, sucesión, variable y desarrollo se sostienen en hechos comparables, no en percepciones sueltas.


Si tuviera que dejarte una consigna final sería esta: haz que cada decisión puedas explicarla sin temor. Porque la verdadera justicia, en gestión del desempeño, es explicable y repetible.
 

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